En el rápido avance de la tecnología, la interfaz cerebro-computadora (ICC) está cambiando silenciosamente nuestras vidas. Imagínese: pacientes con afasia expresando sus pensamientos de nuevo, personas paralíticas caminando de nuevo, e incluso humanos obteniendo "superpoderes". Todo esto suena como una película de ciencia ficción, pero se está convirtiendo en realidad.

En una transmisión en vivo, Musk afirmó audazmente que el objetivo final de la ICC no es solo ayudar a las personas con discapacidades a recuperar las funciones perdidas, sino también brindar superpoderes a la humanidad. En 2016, un hombre llamado Arbaugh quedó paralítico de cuello para abajo debido a un accidente. Este año, se convirtió en el primer afortunado en recibir un implante del chip de Neuralink, la empresa fundada por Musk. Desde ese momento, ha comenzado a usar sus pensamientos para controlar su teléfono y computadora, jugar, navegar por internet, jugar ajedrez, como si le hubieran dado alas a su vida.

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Nota de la fuente: Imagen generada por IA, proveída por Midjourney.

Neuralink no es la única empresa que explora las interfaces cerebro-computadora. Cada vez más investigaciones están ayudando a las personas paralizadas por lesiones de la médula espinal, derrames cerebrales o enfermedades neuromotoras a recuperar gradualmente sus capacidades. La neurocirujana de la Universidad de Stanford, Aimie Henderson, dijo que el éxito de la cirugía sorprendió a muchos investigadores, como si hubieran comenzado un nuevo viaje lleno de esperanza.

Sin embargo, el camino futuro aún está lleno de incógnitas. Musk también está considerando desarrollar un implante biónico para permitir que los humanos compitan con la superinteligencia artificial en cierta medida. Rafael Yuste, de la Universidad de Columbia en Nueva York, dijo que en el futuro podría ser posible manipular la percepción, la memoria, el comportamiento e incluso la identidad humana.

El principio básico de la interfaz cerebro-computadora es utilizar placas metálicas, cables o electrodos para detectar las señales eléctricas emitidas por las neuronas. Estos dispositivos pueden implantarse en el cerebro o colocarse en el cuero cabelludo, y luego enviar la información a una computadora para su procesamiento, convirtiéndola en instrucciones. Los científicos han estado explorando esta tecnología durante décadas. Ya en 1998, implantaron la primera interfaz cerebro-computadora en el cerebro de Johnny Ray, un trabajador de la construcción que quedó casi completamente paralizado después de un derrame cerebral. Ray controló un cursor imaginando movimientos de la mano. Aunque el dispositivo de entonces tenía una funcionalidad y confiabilidad relativamente bajas, abrió las puertas a la investigación de la interfaz cerebro-computadora.

Debido a las limitaciones tecnológicas, los dispositivos anteriores a menudo requerían largos períodos de depuración y solo podían seleccionar unos pocos caracteres por minuto, con una alta tasa de error que resultaba frustrante. Debido a que el cerebro humano contiene miles de millones de neuronas interconectadas, unos pocos electrodos no pueden capturar suficiente información. Para resolver este problema, los investigadores comenzaron a buscar tecnologías más avanzadas, especialmente la "matriz de Utah" inventada por Richard Normann de la Universidad de Utah, que puede capturar simultáneamente las señales de múltiples neuronas.

Esta "matriz de Utah" es un chip de 4 mm cuadrados con aproximadamente 100 microelectrodos que pueden penetrar en la capa externa del cerebro. Los investigadores utilizaron esta matriz para rastrear la descarga de neuronas individuales, registrando datos de aproximadamente 100 neuronas para observar la actividad de grupos de neuronas, ayudando a restaurar funciones como el movimiento y el lenguaje.

Con el avance de la investigación, en 2004, los investigadores de BrainGate, la alianza BCI, implantaron con éxito la matriz de Utah en pacientes paralíticos, impulsando el desarrollo de este campo. Muchos voluntarios se sometieron a la cirugía y utilizaron la intención para guiar el cursor, abrir correos electrónicos, controlar la televisión e incluso beber agua. Sorprendentemente, los pacientes paralíticos también pudieron controlar un brazo robótico mediante "telepatía".

Los avances tecnológicos han permitido a los investigadores decodificar las señales cerebrales más rápidamente, estableciendo nuevos récords de escritura con interfaces cerebro-computadora. En 2021, Dennis DeGray logró una velocidad de escritura de 90 caracteres por minuto utilizando la matriz de Utah. Envió señales imaginando escribir en un papel, y la inteligencia artificial luego decodificó estas señales y las convirtió en texto. Además, los investigadores descubrieron que, a través de la interfaz cerebro-computadora, los pacientes paralíticos no solo pueden recuperar el movimiento corporal, sino que incluso pueden controlar lo que quieren decir.

Recientemente, investigadores del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana lograron un nuevo hito. Desarrollaron una matriz de electrocorticografía (ECOG) menos invasiva que puede leer las señales de la corteza motora y transmitirlas a un estimulador de la médula espinal. Este avance permitió a un paciente con parálisis de piernas ponerse de pie, caminar e incluso subir escaleras con facilidad.

La investigación de las interfaces cerebro-computadora no solo ayuda a restaurar la capacidad de movimiento, sino que también desafía nuestra comprensión del cerebro, revelando gradualmente las complejas conexiones entre las áreas de la corteza motora. El avance de esta tecnología no solo nos llena de esperanza para el futuro, sino que también nos proporciona una comprensión más profunda de los misterios del cerebro. Los milagros están sucediendo, ¡sea testigo de estos cambios!