Sam Altman, fundador de OpenAI, abandonó sus estudios universitarios para emprender y logró cautivar a los inversores. Posteriormente, se unió a Y Combinator, donde su empresa creció considerablemente, y finalmente fundó OpenAI, obteniendo una inversión masiva. Sin embargo, en varias ocasiones tuvo conflictos con la alta dirección y la junta directiva, enfrentándose en tres ocasiones a la amenaza de despido, de las que salió victorioso en cada una. El artículo analiza cómo su extensa red de contactos, construida desde sus inicios, contribuyó a su supervivencia.